Tú, refrescante y prometedor, como el junio esperado de mi calendario, poniendo en bandeja los frutos que con tanto esfuerzo hemos cultivado durante el largo invierno.
Tú y el salado mar, o el dulce río. Tú y el implacable sol, o las inalcanzables estrellas.
Porque tú das título a cada aventura estival.
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