Detalles. 2020
​
Dicen que las caracolas conservan en su interior el sonido de las olas por mucho que las alejes de la playa. Se equivocan, las conchas están vacías, lo que en realidad se escucha es el eco de tu mar interior.
​
Microinstantes. 2019
III. Cita
Se le enfrió el café esperando. Se le congeló hasta el alma
cuando cayó en la cuenta de que quizá esta vez la espera podría ser
infinita, sin retorno, sin palabras, sin ninguna mirada, una espera
eterna. Pero no fue así. Él apareció como había prometido porque
había venido para quedarse y en las manos traía su corazón que dejó al lado del café como muestra de toda la belleza que aún quedaba .
​
Mirando a Cuenca. 2018
Cielo abierto
Entre lo perdurable, tras los arcos abiertos sin condiciones, crece esta ciudad bajo designios tenaces que dan sentido a su toda su existencia. Si decides hacerte uno más de aquí, encontrarás la luz necesaria y verdadera que arrebate tus temores y que te invite a una vida nueva que te espera detrás de cada una de sus puertas, de cada ventana, tras sus fuentes y calles, en sus veredas...
Corren dos ríos por sus arterias, y cada vez que respiras, surge una llamada en secreto que te susurra que siempre estarás aquí, pegado a la ciudad que buscas, que te desafía y que amas, aunque el mar quede lejos, aunque la piedra sea fría, aunque el alba se haya escondido. Pero mira atentamente porque enloquecen los ojos al pensar que es esencia y paisaje donde la imaginación y el ensueño habitan en cielo abierto.
.
​
La ciudad y sus gentes. 2014
Simbiosis
​
Las ciudades son siempre acogedoras si eres capaz de mostrarte interesado, observador o amable con su historia. Ellas están esperándote siempre generosas pero guardan celosamente parte de su verdad. Solamente si sabes penetrar en sus entrañas, girar adecuadamente por sus callejas y seguir las voces más ocultas será, entonces, cuando podrás alcanzar su corazón más limpio o adivinar las más grandes de sus miserias.
Dimensiones. 2015
IV
No siempre fue así. Hubo un tiempo que jugaba con las dimensiones sin titubear, con cierto atrevimiento. Encerraba los inviernos bajo mis axilas y todas las contradicciones se volvían razón, corazón verdadero, verdad obcecada, argumento sin límite. El amor oscuro se hacía tierno y sincero. El desorden no era fugar y animaba todos mis actos. Inserté una brújula en mi corazón y era fácil encontrar el norte entre tanta turba y entre tanto mar picado, incierto e inquieto.
​
La ciudad que queremos. 2004
La ciudad que queremos es hervidero de palabras, el resultado de experiencias y donde las voces no tropiezan con las hojas caídas de otoño. Es aquella que produce su propio sudor, su propio olor y crece junto a los chopos y cerezos, al lado de los tilos, al margen de sus ríos y hoces, a la sombra de su propio reflejo...
Sangre de asfalto. 1995
V
​
Como un zoom de spot publicitario me golpeas obsesionadamente en la cara y tus cabellos penetran por mis ojos cubiertos de ignorancia. Salgo del ti y vuelvo a ti y entremedias la larga carretera pisada por un automóvil azul. Si grito, puedo romper el espejo donde te miro; si callo, se me quiebran los bronquios faltándome el aire vital de tu presencia.